Panteón que albergará los restos encontrados en la fosa común del cementerios de San Rafael de Málaga/ Foto: Inés Benítez/ IPS |
Fragmento del artículo de euroXpress relativo a Málaga por Inés Benítez
Málaga, 27/9/13 (IPS) - Una pirámide en construcción llama la atención
en el antiguo cementerio de San Rafael, en Málaga. Está destinada a ser
monumento de miles de fusilados, cuyos cuerpos se hallaron en la mayor
fosa común de la Guerra Civil Española y la dictadura de Francisco
Franco (1936-1975).
El cementerio se cerró en 1987. Lo visitamos el miércoles 25 y
pudimos ver que está muy avanzada la construcción del panteón en forma
de pirámide, que se recubrirá de losas de mármol blanco con los nombres
grabados de todos los fusilados en este lugar. El resto del predio
abandonado será un jardín público.
Pero, para completar el monumento y el panteón, primero hay que
identificar a las víctimas. «Solo recuerdo los gritos de mi madre cuando
se lo llevaron», dice José Dorado, de 79 años, quien tenía tres cuando
las tropas de Franco fusilaron a su padre, el empleado ferroviario Pedro
Dorado Cruces, en la localidad malagueña de Bobadilla.
Corría 1937. El cuerpo de Pedro, de 33 años, fue arrojado con los de
otros compañeros de trabajo en una zanja del cementerio de San Rafael,
relata Dorado.
Documentos indican que aquí se fusiló a 4.471 personas hasta la
década de 1950, presuntamente por ser republicanas, el bando derrotado
en la guerra civil. Entre octubre de 2006 y octubre de 2009 se
recuperaron 2.840 cadáveres en la exhumación más grande que se haya
realizado en Europa occidental.
El resto de los cuerpos pudo haber sido trasladado al Valle de los
Caídos de Madrid, un monumento que el franquismo levantó en las décadas
de 1940 y 1950, dice Francisco Espinosa, que reúne a más de 400 familiares.
Dorado, presidente de esta asociación, se define como «una persona a
la que le gusta batallar». En 2002 comenzó a batallar, precisamente,
para que se abriera la fosa común de San Rafael, y lo logró en 2006.
La Universidad de Málaga recogió muestras de ADN de los restos para
cruzarlas con las de más de un millar de parientes de los fusilados,
pero aún no hay identificaciones, explica el socio fundador de la
asociación malagueña, Antonio Somoza.
Los restos reposan en cajas a la espera de ocupar la cripta bajo la pirámide.
En cuatro décadas, entre 88.000 y 130.000 personas fueron asesinadas y
enterradas en cualquier zanja por distintas partes del país y unos
30.000 bebés fueron robados, según denuncias.
«Pedimos que se saquen los restos de las cunetas y se puedan enterrar
como personas», reivindica Espinosa, de 76 años, que ha luchado durante
más de tres décadas para hallar el paradero de su progenitor, un
carpintero argentino. «Mi padre murió aquí. Yo estaba aún en el vientre
de mi madre y mi hermano tenía tres años», nos dice, de pie junto a un
ciprés en San Rafael.
Málaga, (IPS)- Una pirámide en construcción llama la atención
en el antiguo cementerio de San Rafael, en Málaga. Está destinada a ser
monumento de miles de fusilados, cuyos cuerpos se hallaron en la mayor
fosa común de la Guerra Civil Española y la dictadura de Francisco
Franco (1936-1975).
El cementerio se cerró en 1987. Lo visitamos el miércoles 25 y
pudimos ver que está muy avanzada la construcción del panteón en forma
de pirámide, que se recubrirá de losas de mármol blanco con los nombres
grabados de todos los fusilados en este lugar. El resto del predio
abandonado será un jardín público.
Pero, para completar el monumento y el panteón, primero hay que
identificar a las víctimas. «Solo recuerdo los gritos de mi madre cuando
se lo llevaron», dice José Dorado, de 79 años, quien tenía tres cuando
las tropas de Franco fusilaron a su padre, el empleado ferroviario Pedro
Dorado Cruces, en la localidad malagueña de Bobadilla.
Corría 1937. El cuerpo de Pedro, de 33 años, fue arrojado con los de
otros compañeros de trabajo en una zanja del cementerio de San Rafael,
relata Dorado.
Documentos indican que aquí se fusiló a 4.471 personas hasta la
década de 1950, presuntamente por ser republicanas, el bando derrotado
en la guerra civil. Entre octubre de 2006 y octubre de 2009 se
recuperaron 2.840 cadáveres en la exhumación más grande que se haya
realizado en Europa occidental.
El resto de los cuerpos pudo haber sido trasladado al Valle de los
Caídos de Madrid, un monumento que el franquismo levantó en las décadas
de 1940 y 1950, dice Francisco Espinosa que reúne a más de 400 familiares.
Dorado, presidente de esta asociación, se define como «una persona a
la que le gusta batallar». En 2002 comenzó a batallar, precisamente,
para que se abriera la fosa común de San Rafael, y lo logró en 2006.
La Universidad de Málaga recogió muestras de ADN de los restos para
cruzarlas con las de más de un millar de parientes de los fusilados,
pero aún no hay identificaciones, explica el socio fundador de la
asociación malagueña, Antonio Somoza.
Los restos reposan en cajas a la espera de ocupar la cripta bajo la pirámide.
En cuatro décadas, entre 88.000 y 130.000 personas fueron asesinadas y
enterradas en cualquier zanja por distintas partes del país y unos
30.000 bebés fueron robados, según denuncias.
«Pedimos que se saquen los restos de las cunetas y se puedan enterrar
como personas», reivindica Espinosa, de 76 años, que ha luchado durante
más de tres décadas para hallar el paradero de su progenitor, un
carpintero argentino. «Mi padre murió aquí. Yo estaba aún en el vientre
de mi madre y mi hermano tenía tres años», nos dice, de pie junto a un
ciprés en San Rafael.
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