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domingo, 17 de agosto de 2014

Teba inaugura un panteón a los 151 vecinos hallados en la fosa común

Ayer se descubrió una placa que recoge los nombres de las víctimas de la represión
La localidad inaugura un panteón con una lápida que recuerda a los 151 vecinos cuyos restos fueron hallados en una fosa común en el cementerio
 
17.08.2014
En la tarde de ayer, el municipio de Teba vivió el que se puede considerar uno de los actos más esperados y que, desgraciadamente, ha tardado más de 77 años en llegar. Los vecinos de Teba se reunieron en el camposanto de Santo Toribio para dar un lugar digno para el descanso eterno a todos los vecinos que vieron cómo se apagaban sus vidas durante la época franquista.
 
El pueblo puso fin así a todos esos años marcados por la incertidumbre de no saber dónde estaban sus familiares y con la pena de no poder visitarlos ni llevarles flores, ya que, tal y como afirmaron muchos de los vecinos, sus familiares estaban «tirados como animales», un aspecto más que se sumaba a todo el dolor ya sufrido. Sin embargo, el acto de ayer culminó un trabajo que empezó a principios del año 2012 y que, a lo largo de estos dos años, ha venido arrojando algo de luz a esta trágica historia, para lo cual han sido de gran importancia los relatos de los vecinos con familiares implicados, sobre todo los de la conocida como «Noche de los 80», cuando en una misma noche fueron fusilados 84 vecinos, 3 de ellos mujeres.
 
Panteón como reconociento
Desde ayer, y en un acto organizado por el Ayuntamiento de Teba y la asociación por la recuperación de la Memoria Histórica de Antequera y Comarca, los cuerpos de los 151 fusilados yacen ya en paz en un panteón situado al lado de la fosa común donde fueron arrojados de una manera cruel hace más de 77 años. Como afirmó Juan Fuentes, presidente de la Asociación por la recuperación de la Memoria Histórica de Antequera y Comarca, «éste ha sido un acto muy emotivo para Teba, ya que después de tantos años tanto las víctimas como las familias descansan en paz. Las victimas cuentan con un lugar digno donde descansar eternamente, y las familias, con la tranquilidad de saber dónde están sus familiares». Fuentes quiso destacar esta última parte, ya que afirmó que una de los aspectos que más añoraban los familiares era no poder llevar a sus muertos unas flores. Con el objetivo de no borrar completamente de la historia esta trágica parte, la fosa común se ha tapado con una losa de mármol y, en el lugar dónde yacían cada uno de los cráneos se ha colocado un disco de mármol en memoria de cada una de las personas. Andrés Fernández, arqueólogo de este proyecto, mostró su gran orgullo y la gran felicidad que sentía ya que «ha sido un proyecto en el que ha trabajo con el mayor cariño posible». Además, también destacó que «su mayor recompensa es ver que, tanto las familias como las víctimas, ya se encuentran en paz».
 
Por su parte Teresa Verdugo Rodríguez, vecina de Teba, afirmó que «no se hubiera perdido por nada del mundo este acto de reconocimiento donde está su padre», recordando entre lágrimas cómo su madre se quedó sola con 24 años y 4 niños después del brutal asesinato de su padre.
 
Juan Antonio y Miguel Ángel Jiménez Campos son dos hermanos que han venido desde Ceuta para honrar a su abuelo, ya que ni su abuela ni su madre han vivido lo suficiente como para poder verlo. Juan Antonio recordó con mucho sentimiento cómo su abuela, Carlota Cortés, se quedó sola con tres hijos y embarazada del cuarto, y afirma que estuvo buscando a su marido «hasta la muerte».
 
Al acto también asistió José Luis Ruiz Espejo, delegado en Málaga del Gobierno andaluz, que, en primer lugar, quiso pedir perdón a los ciudadanos de Teba por tantos años de olvido, al mismo tiempo que quiso reconocer la labor de todos los ciudadanos por haber mantenido el recuerdo vivo. Mientras, Luis Naranjo, director general de la Memoria Histórica, afirmó que todas las fosas comunes se hicieron con el objetivo de seguir castigando a los fusilados más allá de la muerte con el olvido, sin embargo, recalcó que hay que seguir trabajando para «convertir las fosas y los cementerios en lugares de vida».

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