Las asociaciones para la recuperación de la memoria histórica de Málaga y Granada se unen
LUCAS MARTÍN. MÁLAGA 07 de octubre de 2010 Las asociaciones de familiares de las víctimas de la represión y la Guerra Civil de Málaga y Granada tienen previsto iniciar la primera investigación pormenorizada y conjunta sobre los sucesos de la Carretera de Almería, proyecto que comenzará presumiblemente a principios del próximo año y que está pendiente de la asignación de una partida presupuestaria por parte del Gobierno.
Según Francisco Espinosa, de la Asociación contra el Silencio y el Olvido, por la Memoria Histórica, la idea surgió a través de diversos encuentros mantenidos con la presidenta del colectivo en Granada, Blanca Brenes, que se mostró interesada en registrar de la manera más rigurosa posible una huida tan luctuosa como llena de incertidumbres. El estudio, que pretende incorporar a especialistas de las universidades de ambas provincias, aspira a escrutar los hechos desde una gran variedad de perspectivas y arrojar nuevos datos sobre uno de los capítulos más crueles y siniestros de la historia de la Guerra Civil. La propuesta incluye por primera vez la posibilidad de atender a los sucesos en tramos pertenecientes a las dos zonas de Andalucía en las que discurrió la mayor parte de la persecución.
Uno de los objetivos de la investigación, indica Espinosa, consiste en establecer un mapa de las fosas que sacuden el itinerario como consecuencia de los ataques indiscriminados de la artillería nacional e italiana. Muchos de los fallecidos quedaron sepultados en cunetas, aunque también existen otras hipótesis a las que tratará de dar respuesta el estudio. Espinosa apunta a la existencia de caminos alternativos, casi improvisados por las víctimas en el intento desesperado de eludir el acoso de las tropas fascistas. «En muchos tramos se alejaron de la costa e intentaron huir por el monte. «Lo que queremos precisar es exactamente el camino que siguieron», indica.
A pesar del interés y el esfuerzo de historiadores y novelistas, la peregrinación por la Carretera de Almería está lejos de resolver algunos de sus puntos primordiales. Se desconoce con precisión el número de víctimas, que se calcula con un guarismo de millares. Los testimonios escasean. La mayoría de los supervivientes no superaban los doce años en el momento de emprender el camino, por lo que todavía faltan renglones por escribir acerca de la trágica huida de miles de personas a la llegada de los militares.
De lo que no cabe duda es de la magnitud de los sucesos, de una dimensión tan pavorosamente trágica que explica, por sí misma, el cometido elemental de la historia en sus pasajes más abrasivos. La investigación parte con la intención de abarcar de manera integral la masacre a través de la metodología que tan buenos resultados ha reportado en estudios como el llevado a cabo en el antiguo cementerio de San Rafael, que combinó los testimonios archivísticos y orales con el trabajo puramente científico. El proyecto, además de su carácter pionero, entronca además con los objetivos esbozados en la Ley de la Memoria Histórica.
Precisamente, la labor en el camposanto de la capital, considera modélica e inspiradora de la legislación desarrollada posteriormente por las administraciones, afronta su recta final después de la exhumación del recinto, que ha permitido recuperar los restos de 2.840 personas. De acuerdo con Espinosa, los trabajos, que contaron con la colaboración de la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento, además de la Universidad de Málaga, están pendientes de perfilar sus dos últimas fases: la elevación del mausoleo conmemorativo y la extracción de las pruebas de ADN.
La primera de ellas, que pretende convertir una sección del futuro parque que albergará el cementerio en un espacio consagrado a la memoria, cuenta ya con el diseño del panteón y del monumento funerario.
En cuanto a los exámenes de laboratorio, que se iniciaron con la toma de muestras genéticas de los familiares, se espera iniciar lo antes posible la parte más ardua: el estudio de los restos, científicamente enmarañado por el nivel de deterioro que presentan los cuerpos. Se trata del proyecto de identificación de víctimas de la Guerra Civil y de la represión más ambicioso del país, tanto por su volumen como por los desafíos analíticos que plantea el estudio, en el que los especialistas tendrán que lidiar con dificultades añadidas como el uso de cal viva, utilizado en la inhumación de buena parte de los fusilados. La Universidad de Málaga tiene previsto conformar el equipo que se ocupará de la última parte de una investigación dura y necesaria.
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