Nació en 1910 en Algeciras provincia de Cádiz, vivía en la calle Buen Aire allí pasó a Gaucín (Málaga) donde contrajo matrimonio con Joaquina Salas Blanco. Sus padres Antonio e Isabel tenían una viña que él cuidaba con su hermano Domingo, en la recogida de la uva para llevarla al lagal y hacer el mosto del preciado líquido, también cuidaba las cabras y cerdos que poseía su padre. Ellos vivían de las labores de la agricultura y era una familia humilde y honesta que se ganaba la vida honradamente. Antonio, su padre, buscó la forma de vender parte de su patrimonio para poder salvar a su hijo cosa que no consiguió dado que los señoritos se quedaron con el dinero y a él lo ejecutaron.
Antonio González Mejías ingresó como voluntario en el cuerpo de Carabineros el 15 de abril de 1937, acoplado al 28 batallón, marchando al orden público, en Tarragona, Barcelona y su provincia.
Restablecida la normalidad, marchó al frente de Madrid, Valverde, Carretera de Extremadura, Centro de los Ángeles…etc.
Permaneciendo allí hasta el 15 de marzo del 1938 fecha en que marchó a la Escuela de Honda (Castellón) donde aprobó con el número 58 para sargento, saliendo en la Gaceta del 16 de mayo del 1938, siendo destinado a la base de Oliva (Valencia) como instructor hasta el 6 de agosto del 1938 fecha que marchó a la Batalla del Ebro a la 65 Brigada de Carabineros, 12 Batallón en el frente de Guadalajara hasta que terminó la guerra e hizo su presentación en las tropas nacionales de Priego (Huesca), hecho prisionero lo trasladaron a León y de ahí a Málaga donde fue fusilado.
Extracto de su última carta dirigida a su esposa desde la celda de los condenados en la cárcel de Málaga en el año 1939; un hombre, Antonio González Mejías, bueno, honrado y fiel a su pueblo.
“Nos tenía en el calabozo número 2 del pueblo, y de noche, en pleno invierno, nos sacaban toda la tropa al rastrillo y teníamos que dormir empaquetados y como nuestras madres nos parieron (…). Yo, a pesar de que fui uno de los que menos alcanzaron, me dieron seis palos en la espalda con una soga preparada en forma de vergajo…”
“Qué feliz y qué contento me pongo cuando te estoy escribiendo, no me canso nunca de repetírtelo, te quiero, y siempre te querré aunque muera, Joaquina, que es la dueña absoluta de toda mi alma, y como el alma no muere nunca, estaré a tu lado a todas horas aunque tú no lo veas, tú que serás mi mujer siempre…”
“Por nuestros hijos, que tenga el calor de su madre, ya que no han tenido el mío, y con la cabeza muy alta y orgullosa de que moriré no por ladrón ni criminal de izquierdas…”
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