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lunes, 4 de agosto de 2014

La guerrilla antifranquista de Andalucía Oriental fue la más activa y duradera, según estudio

Fotografía cedida por la editorial Comares de un grupo de guerrilleros de la Agrupación Guerrillera de Granada,
en la sierra, en una imagen probablemente tomada en 1948 e incluida en el estudio
"Guerrilleros y vecinos en armas" :: EFE
El 47 por ciento de estos guerrilleros murieron en combate
 
Ideal.es 25.08.12 - Alfredo Valenzuela - EFE 
La guerrilla antifranquista en Andalucía Oriental fue la más activa y, junto con la de Levante-Aragón, hasta 1952, la más duradera de España, según las conclusiones del historiador Jorge Marco, profesor de la Complutense, recogidas en su estudio "Guerrilleros y vecinos en armas".
 
Publicado por el sello granadino Comares, el estudio se ha basado en trece archivos diferentes y, sobre todo, en los sumarios de los consejos de guerra que, según ha explicado el historiador, ofrecen información detallada de la actividad guerrillera.
 
Para cada acción guerrillera o para detención de guerrillero se abría un consejo de guerra, con testimonios vecinales e informes policiales y parroquiales, de alcaldes y hasta de la propia Dirección General de Seguridad, además de interrogatorios y confesiones, lo que ha permitido a Jorge Marco establecer un censo de guerrilleros andaluces con nombres apellidos y apodos.
 
"De todas las guerrillas antifascistas, la española fue la primera y la última, ya que surgió en 1939 y duró hasta 1952, y la griega concluyó en 1949", ha señalado Marco, quien ha explicado esta larga existencia con la dura represión franquista.
 
"Cuando en 1947 la dictadura constata que las democracias no van a intervenir contra España, endurece la represión y la guerrilla cae en la mayoría de las regiones menos en Levante-Aragón y Andalucía Oriental, donde se crea el 6º Batallón, que luego sería la Agrupación Guerrillera de Málaga y luego se llamaría Agrupación Guerrillera de Granada", según Marco.
 
Por el recrudecimiento de la represión "se fueron al monte familiares de guerrilleros, ante el temor de ser detenidos, y colaboradores, ante el miedo a represalias", lo que en 1947 coincidió con la llegada de cuadros dirigentes del Partido Comunista, en su mayoría procedentes de Francia.
 
Desde 1947, en las sierras de Málaga y Granada, los guerrilleros no se limitan ya a escaramuzas con la Guardia Civil, sino que intentan secuestros y atracos, y asaltos a fábricas de harina, y la agrupación guerrillera andaluza llega a contar con casi 300 efectivos en un mismo momento, y entre 600 y 700 a lo largo de trece años, entre 1939 y 1952.
 
El 47 por ciento de estos guerrilleros murieron en combate, y la pena de muerte, según Marco, se aplicó a los dirigentes mientras que se reservaron largas penas a los cuadros medios o bajos y a los guerrilleros que llegaron a colaborar con la Guardia Civil en partidas anti-guerrilleras quedaron finalmente exculpados o redujeron sus condenas, lo que hizo que desertaran el 30 por ciento de ellos.
 
No fue el caso de "Roberto", apodo de José Muñoz Lozano, toledano de nacimiento aunque criado en Madrid y último jefe de la guerrilla de Andalucía Oriental, quien en la Guerra Civil llegó a comandante para luego conocer los campos de concentración de Francia y Alemania, evadirse, integrarse en el maquis francés y llegar a instructor de guerrilleros.
 
"Roberto" pasó a España en 1947, al País Vasco y a Andalucía, y fue apresado en Madrid, en 1952 cuando, convencido de la inutilidad de su lucha, trataba de obtener documentación para que los guerrilleros del sur de España abandonaran el país vía África.
 
Pese a que se le prometió cadena perpetua si entregaba a sus compañeros, una vez que lo hizo, fue fusilado en Granada en 1952, según Marco, quien ha afirmado que la guerrilla no hubiera llegado hasta ese año sin apoyo popular.
 
El historiador ha explicado que esos apoyos comenzaron a extinguirse ante la estrategia de la Guardia Civil de disfrazar a sus agentes de guerrilleros y recorrer cortijos y núcleos de montaña, de manera que detenía de inmediato a cualquier pastor o labriego que les prestara ayuda, lo que situó "entre dos fuegos" a los escasos apoyos del maquis.

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